Con su nuevo proyecto
pretende sentar las bases de lo que significa la cocina. Qué es, cuáles son sus
fundamentos, y en definitiva, establecer unas bases. Y es totalmente
extrapolable al campo del ejercicio.
Viendo un programa hace
unos días, contaba cómo un tomate exprimido en un vaso es un zumo, pero en un
plato sopero es una sopa de tomate, y en unos espaguetis es una salsa de
tomate. Es decir, a pesar de ser el mismo producto, el continente y el modo de
presentarlo cambian lo que es. Pero sin embargo sigue siendo lo mismo: un jugo
de tomate.
En el ejercicio viene a
suceder algo parecido. Cuando aplicamos una fuerza alta y es soportada durante
unos pocos segundos, es fuerza máxima. Cuando dura mucho tiempo la llamamos
resistencia, cuando la aplicamos con un TRX se llama de suspensión, etc. Hay
cientos de nombres dependiendo de las herramientas utilizadas, modo,
posiciones, duración, etc. Pero sin embargo el estímulo que aplicamos es en
esencia el mismo: son fuerzas.
Cuando creamos un
programa de entrenamiento a una persona o a nosotros mismos, definimos
repeticiones, series, herramientas a utilizar, tiempos, grupos musculares, etc.
Pero en esencia, con lo que trabajamos es con una determinada fuerza. El análisis
del cómo, dónde o cuánto siempre
deben ir precedidos de qué, y
siempre tendrán como consecuencia el porqué.
Manejamos porqués: mejorar la resistencia aeróbica, salto vertical,
levantamiento de peso… Y el problema es que no manejamos los “qué”.
El qué es el fundamento.
Y como tal debe ser aprendido correctamente. Sus consecuencias y variantes vendrán precedidas de un conocimiento profundo y esencial debidamente adquirido.
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